La crisis de los discursos radiofónicos. Parte 1

Por Raúl Garcés

Apelando a los mismos términos que empleara Umberto Eco hace varias décadas para definir la reacción de los críticos ante la cultura de masas, podría decirse que la radio cuenta hoy con más apocalípticos que integrados. Lo anterior no pretende ser una advertencia fatalista, sino el reconocimiento sin cortapisas de importantes señales de alarma, cuya desaparición o retroceso dependería en gran medida de una transformación radical en los discursos narrativos del medio y en muchas de las prácticas profesionales de sus hacedores.

Claro que el desarrollo de la radio comunitaria o la rápida evolución experimentada por una gran cantidad de emisoras en Internet podrían invocarse como contrapeso alentador, sobre todo en medio del avance cada vez más extendido en el mundo de una cultura audiovisual. Pero aun así los criterios apocalípticos resonarían impenitentes en los oídos de los radialistas, desde diferentes perspectivas. Para algunos, las audiencias de la radio se han reducido y continuarán reduciéndose en proporción dramática; para otros, las pérdidas financieras de las empresas radiofónicas han conspirado tanto contra el ejercicio del periodismo, que permiten pronosticar la muerte casi inminente de géneros como el radiorreportaje. El español Ángel Faus Belau, por ejemplo, al analizar estos y otros fenómenos, formula sus conclusiones en términos categóricos: "La radio, los radiofonistas, su empresa y sus gentes sufren de aburrimiento letal, desinterés total por el producto, la programación, el contenido y la audiencia. La radio está ayuna de investigación y ciencia propias, desheredada de ideadores, abandonada de creadores, magra en inventores y encadenada por la cuenta de resultados. Estamos ante la caducidad de un sistema y de unas fórmulas históricas de narración, contenido, programación y concepto radiofónico.

Cuba, pionera en la transmisión de señales sonoras dentro del contexto latinoamericano, acumula una larga tradición en la producción de múltiples géneros y formatos radiales. El hecho de que en 1948 –cuando Félix B. Caignet estrenara a través del circuito CMQ su célebre novela El derecho de nacer– la isla comprara el 25% de los receptores exportados por los Estados Unidos a América Latina, ilustra el alcance que para entonces había logrado la industria radiofónica nacional. Más de medio siglo después, la radio cubana sigue expandiendo el número de sus estaciones y oyentes, pero su evolución no es totalmente ajena a algunas de las tendencias internacionales arriba descritas. Junto a la creciente modernización tecnológica de las emisoras y la creatividad de un significativo número de realizadores, coexisten fórmulas rutinarias en el diseño de las programaciones, esquemas narrativos demasiado predecibles y un estilo de comunicación que, a fuerza de repetirse de un lado a otro del dial, tiende a perder su potencialidad dialógica.

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