¿La culpa es de los medios?

Por Consuelo Albornoz T.

Coloqué en Google la frase "la culpa es de los medios" y en 0,32 segundos obtuve 570 mil referencias. La primera, ¿por coincidencia?, recomendaba la misma búsqueda y sostenía que quien la hiciera encontraría enormes cantidades de alusiones a ella.

En efecto, al abrir algunos de los enlaces, me enteré de que los medios son culpados por la crisis discográfica y porque las personas se endeudan con sus tarjetas de crédito más allá de sus posibilidades.

También de que un equipo de fútbol no clasificó a Beijing y de la creación y expansión de la "burbuja inmobiliaria". Por supuesto, no faltan las acusaciones, ya clásicas, que atribuyen a los medios ser los culpables de la prostitución infantil, del alejamiento de los fieles de las iglesias, de los deficientes resultados de algunas democracias y de matar el optimismo entre los pueblos.

Las imputaciones, además, provienen de las fuentes más diversas: gobiernos, partidos políticos, futbolistas, presidentas y religiosos.

¿Son realmente los medios culpables de todo aquello que les endilgan? No lo creo, realmente. Pero, de serlo, significaría que ostentan un poder ilimitado, inconmensurable, infinito e indisputable, contra el cual nada ni nadie podría oponérseles y, peor aun, alcanzar el éxito en el intento.

Es probable que esas creencias, aparentemente globales y compartidas por las derechas y las izquierdas, se sustenten en hipótesis que surgieron en los Estados Unidos, a mediados de la década de los veinte (del siglo XX), a propósito de investigaciones que se desarrollaron por el advenimiento de la televisión.

En los 80 años que nos separan del surgimiento de aquellos primeros modelos, el enfoque de los "efectos" ha mantenido una visión de los públicos y de las audiencias como "receptores", por tanto sujetos pasivos, subordinados, sin ninguna capacidad de contestación frente al embate de los medios.

Las críticas que, de tiempo en tiempo, han suscitado los diversos abordajes del modelo "de los efectos" han impulsado que este propicie nuevas entradas, en las cuales los determinismos no siempre han estado bien camuflados.

Una de las explicaciones contemporáneas sobre los "efectos" es la de la "agenda setting", que atribuye a los medios el poder de establecer la agenda pública. El argumento de los "efectos" y la inmutable reiteración sobre la culpabilidad mediática son planteamientos conservadores, pues se nutren de los temores que el aparecimiento de nuevos medios ha suscitado en las sociedades.

Son también discriminatorios pues, desde una mirada de superioridad, definen como necesitados de protección a públicos considerados "débiles" como la niñez, la juventud, las mujeres, las minorías étnicas.

Tal vez, son también simples, pues se niegan a advertir los matices. Y a la influencia de los medios, en tanto son espacios de debate y de construcción de la opinión pública, la convierten en un absoluto. Pero los absolutos no existen. http://www.hoy.com.ec

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