Los gritos del olvido. O el olvido de los ingratos



Cada día que pasa y aumenta el volumen (no la cantidad), de quienes critican al actual gobierno me viene a la memoria el mismo volumen de quienes gritaban por el corralito, por los jóvenes que se embarcaban en Ezeiza, por las represiones de quienes pedían un aumento de sueldo para vivir un poco por encima de la pobreza, los gritos de los sindicalistas por las paritarias, los jóvenes que querían una oportunidad para avanzar y poder construirse su casa pagándola.

Y entonces me pregunto: ¿Estoy frente a los gritos del olvido? O ¡Al olvido de los ingratos!

Porque una cosa es criticar y buscar opciones a las medidas y actitudes que no nos gustan de un gobierno o sector político, y otro muy distinto es insultar, manifestarse con violencia frente a lo que no nos gusta o menospreciar la figura presidencial por el solo hecho de no compartir ideas o posturas.

Hubo manifestaciones y huelgas por el “impuesto a las ganancias” que pagan los trabajadores. Pues bien, es valedero pedir que a un empleado no se le cobre ganancia cuando a los depósitos millonarios no se les cobra nada. Por supuesto que lo es.

Pero, a partir de las políticas implementadas por el Frente para la Victoria en el gobierno, hoy podemos discutir sobre  “ganancias” en algunos sueldos de empleados y no del sueldo paupérrimo que se ganaba 10 años atrás.

Muchos de los que hoy levantan el volumen de su voz, hace 10 años pedían con el mismo énfasis que se adoptaran medidas urgentes para solucionar la salida de dinero al exterior y que se invirtiera en nuestro país. Hoy, cuando algunas de las graves deficiencias estructurales de nuestro país van en camino de solucionarse quieren nuevamente “la plata dulce” de la dictadura y del neoliberalismo. Una fiesta para pocos que terminamos pagando todos.


Que los ingratos no nos ganen y razonemos con sensatez y cordura, porque si nos equivocamos… se cerraran las industrias abiertas en los últimos años, se terminará la ayuda para los que menos tienen, la redistribución será olvidada y en lugar de los pobres que aún quedan en la Argentina volveremos a los millones de “marginados” que serán contabilizados como “efectos colaterales” de la gran maquinaria económica que “es un monstruo grande y pisa fuerte”.

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